Valdivia (1544) - Poema de Pablo Neruda

El poema "Valdivia (1544)" de Pablo Neruda nos sumerge en un momento histórico crucial: la llegada de los españoles a América y la conquista del territorio mapuche en Chile. Escrito en 1969, Neruda se inspira en la figura de Pedro de Valdivia, conquistador español que fundó la ciudad de Santiago de Nueva Extremadura (hoy Santiago de Chile) en 1541. En este poema, el autor reflexiona sobre la violencia, la ambición y la destrucción que acompañaron la colonización.

El tema central del poema es la brutalidad y la injusticia de la conquista, mostrando el choque de culturas y el sufrimiento de los pueblos originarios. A pesar de estar ambientado en el siglo XVI, la temática de la opresión colonial y la lucha por la libertad sigue siendo relevante para los lectores contemporáneos, quienes pueden reflexionar sobre las consecuencias de la conquista en la identidad y la historia de América Latina.

Valdivia (1544)

Pero volvieron.
(Pedro se llamaba.)
Valdivia, el capitán intruso,
cortó mi tierra con la espada
entre ladrones: "Esto es tuyo,
esto es tuyo, Valdés, Montero,
esto es tuyo, Inés, este sitio
es el cabildo".
Dividieron mi patria
como si fuera un asno muerto.
"Llévate
este trozo de luna y arboleda,
devórate este río con crepúsculo",
mientras la gran cordillera
elevaba bronce y blancura.

Asomó Arauco. Adobes, torres,
calles, el silencioso
dueño de casa levantó sonriendo.
Trabajó con las manos empapadas
por su agua y su barro, trajo
la greda y vertió el agua andina:
pero no pudo ser esclavo.
Entonces Valdivia, el verdugo,
atacó a fuego y a muerte.
Así empezó la sangre,
la sangre de tres siglos, la sangre océano,
la sangre atmósfera que cubrió mi tierra
y el tiempo inmenso, como ninguna guerra.
Salió el buitre iracundo
de la armadura enlutada
y mordió al promauca, rompió
el pacto escrito en el silencio
de Huelén, en el aire andino.
Arauco comenzó a hervir su plato
de sangre y piedras.
Siete príncipes
vinieron a parlamentar.
Fueron encerrados.
Frente a los ojos de la Araucanía,
cortaron las cabezas cacicales.
Se daban ánimo los verdugos. Toda
empapada de vísceras, aullando,
Inés de Suárez, la soldadera,
sujetaba los cuellos imperiales
con sus rodillas de infernal harpía.
Y las tiró sobre la empalizada,
bañándose de sangre noble,
cubriéndose de barro escarlata.
Así creyeron dominar Arauco.
Pero aquí la unidad sombría
de árbol y piedra, lanza y rostro,
transmitió el crimen en el viento.

Lo supo el árbol fronterizo,
el pescador, el rey, el mago,
lo supo el labrador antártico,
lo supieron las aguas madres
del Bío Bío.
Así nació la guerra patria.
Valdivia entró la lanza goteante
en las entrañas pedregosas
de Arauco, hundió la mano
en el latido, apretó los dedos
sobre el corazón araucano,
derramó las venas silvestres
de los labriegos,
exterminó
el amanecer pastoril,
mandó martirio
al reino del bosque, incendió
la casa del dueño del bosque,
cortó las manos del cacique,
devolvió a los prisioneros
con narices y orejas cortadas,
empaló al Toqui, asesinó
a la muchacha guerrillera
y con su guante ensangrentado
marcó las piedras de la patria,
dejándola llena de muertos,
y soledad y cicatrices.

"Valdivia (1544)" de Neruda nos invita a cuestionar el legado de la colonización y a reconocer la resistencia de los pueblos indígenas frente a la injusticia. A través de su poesía, el autor busca transmitir un mensaje de memoria y justicia, recordándonos la importancia de conocer y valorar nuestra historia para construir un futuro más inclusivo y equitativo.

Fuente: pabloneruda.com

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