Amiga, no te mueras…

Amiga, no te mueras análisis

Amiga, no te mueras… Un llanto desesperado de quien no quiere perder a un ser querido. Un llanto de aquel que clama con dolor la triste decisión de arrancar del mundo a una persona. Uno de los poemas más tristes, de esos que emanan dolor en cada letra. De esos poemas donde Pablo Neruda deja plasmado su noble corazón desde otro punto, uno mucho más real.

Un sentir impresionante, ese que refleja el amor o la querencia que se tiene a una persona querida. Por otra parte, el dolor que se refleja cuando se está perdiendo a alguien amado. Cuando la persona está dejando este mundo.

La agonía, la sensación de pérdida es lo que puede leerse entre las líneas de este poema. Un arte completamente. Lleno de unas emociones tristes y dolorosas, nada comparado al sentir que el poeta en el análisis amiga no te mueras plasma en aquellos donde parece solo un hombre enamorado completamente.

Amiga, no te mueras - Poema

Amiga, no te mueras.
Óyeme estas palabras que me salen ardiendo,
y que nadie diría si yo no las dijera.

Amiga, no te mueras.

Yo soy el que te espera en la estrellada noche.
El que bajo el sangriento sol poniente te espera.

Miro caer los frutos en la tierra sombría.
Miro bailar las gotas del rocío en las hierbas.

En la noche al espeso perfume de las rosas,
cuando danza la ronda de las sombras inmensas.

Bajo el cielo del Sur, el que te espera cuando
el aire de la tarde como una boca besa.

Amiga, no te mueras.

Yo soy el que cortó las guirnaldas rebeldes
para el lecho selvático fragante a sol y a selva.
El que trajo en los brazos jacintos amarillos.
Y rosas desgarradas. Y amapolas sangrientas.

El que cruzó los brazos por esperarte, ahora.
El que quebró sus arcos. El que dobló sus flechas.

Yo soy el que en los labios guarda sabor de uvas.
Racimos refregados. Mordeduras bermejas.

El que te llama desde las llanuras brotadas.
Yo soy el que en la hora del amor te desea.

El aire de la tarde cimbra las ramas altas.
Ebrio, mi corazón. bajo Dios, tambalea.

El río desatado rompe a llorar y a veces
se adelgaza su voz y se hace pura y trémula.

Retumba, atardecida, la queja azul del agua.
Amiga, no te mueras!

Yo soy el que te espera en la estrellada noche,
sobre las playas áureas, sobre las rubias eras.

El que cortó jacintos para tu lecho, y rosas.
Tendido entre las hierbas yo soy el que te espera!

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